domingo, 15 de julio de 2012

Las que te adornan, reina.




A veces ocurre que no somos conscientes de lo poco que agradecemos las cosas que nos levantan a diario. Cosas, que cuando faltan, hacen  que nos cojee la vida y el alma.
Si, "cosas".
 Pueden parecer las más tontas del mundo. Pero son las cosas más tontas de NUESTRO mundo. Sentir el miedo de que no estén; de que esa persona que nos importa, no sienta que realmente estamos agradecidos por pequeñeces que nos hacen subsistir en esto a lo que llaman edad adulta . Son nimiedades que nos hacen felices, aunque sean idioteces descomunales.
Basta con las cosas más absurdas para hacer feliz a una persona. Como un abrazo amanecedor, una sonrisa de ternura, una mirada de "tranquila, estoy aquí", un vaso de agua a media noche, una mano que te arropa tu pierna destapada, unos mimos por la espalda para que conciles el sueño pronto, que te compren tus chuches preferidas, usar el espejo del baño para dejarte notas...etc.
Es bonito dar las gracias. Es bonito devolver a esa persona que nos importa el sentimiento de "Oh, gracias por este abrazo. Realmente es que he dormido mal"; "Gracias, me encanta que me mires así. Ya sabes que me da calma"; "Te querré de aquí a Marte, viaje de ida y vuelta, por traerme este vaso de agua"; "Gracias por tu sonrisa, igual de linda que la primera que me regalaste" ;"Gracias por taparme, como siempre me destapo yo y te destapo a ti"; "mmm, gracias, anoche me dormí enseguida, tus manos en mi espalda hacen el efecto de un dardo tranquilizador para caballos";"gracias, llego a casa y me encuentro con una bolsaza de mis chuches preferidas "; "¡Guau, que buenos días! Gracias por tu nota. Eres el mejor..."
Dar las gracias, por el todo. Dar las gracias por nada.
Gracias, a tí. 

viernes, 13 de julio de 2012

Te amo, princesa.









Cartas de una princesa:

Duermes a pierna suelta. Roncas. Tienes cara de paz, de tranquilidad, de calma. De felicidad; de que nada malo te va a pasar.
He estado toda la noche abrazada a ti. Cuando dejaba de hacerlo tú me buscabas. Oliéndome. Sintiéndome. Respirando los restos de pasión desenfrenada impregnada en las sábanas. Un amor aún fresco, como un banco recién pintado.
He tenido pesadillas feas. Estoy cansada, agotada, melancólica y derrumbada.

Es entonces el momento de imaginar tu mirada pura, tus manos de seda agarrando mi cara, tus labios cerca de los míos y tus palabras de aliento. "Tranquila, sólo son malos sueños. Ya pasó. Estoy aquí, siempre estaré. Te amo princesa, mi princesa..."
Es entonces el momento de que todo lo malo se pase, se vaya, se pare. Salgan mis miedos y mis dudas temblorosas, escurridizas como un pez en las manitas de una niña. La que nunca dejo de ser.
Es el momento de irme a trabajar. Te dejo, inundado de mí. Duerme mi amor. 
 Luego nos vemos.